Me lo dejé todo en la lejanía. Hasta a la poesía le di con el codo, viviéndola a modo de trueno o centella. La mañana bella me encontró despierto y hasta hubiera muerto ¡ por seguir la estrella!
En el horizonte otra vez asoma. Me voy a la loma. Me vuelvo a mi monte. Pues soy el sinsonte que siempre yo he sido. Canto al estallido de un tiro en la palma. Lo llevo en el alma… Ahora me despido.
La flor del destino la llevo en la oreja y es flor que no deja torcer el camino. Yo soy peregrino por roca y maleza. De una sola pieza me hicieron de ausubo. La cuchilla subo con mucha tristeza.
¿ Qué será en el mundo lo que va a pasar? ¿Qué me hace la mar si en ella me hundo? Siento en lo más profundo, como ardiente cirio, ajeno martirio. La pluma quemaba y el libro se acaba. ¡ Dios te salve, lirio!
¶ 11:35 a.m.